Economia 14/03/2020

¿Todos somos ahora keynesianos?

Ernesto Ekaizer
3 min

El coronavirus ha arrancado en las últimas jornadas anuncios diversos sobre la necesidad de lanzar ayudas fiscales en los países europeos afectados, en la Unión Europea y en Estados Unidos, iniciativas que están impulsadas por declaraciones de los responsables de los principales organismos internacionales: el FMI, la OCDE, Banco Mundial y BCE.

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Este clima evoca otra época, mediados de los años sesenta, cuando la Administración Johnson había logrado mantener con un 6,5% de aumento del PIB su quinto y mejor año de crecimiento económico de su historia, con una, en términos tanto de duración del ciclo como de distribución de ingresos, con políticas de estímulo fiscal.

El 31 de diciembre de 1965, la revista semanal Timededicó en Estados Unidos su portada a un retrato del economista británico John Maynard Keynes, fallecido en 1946, con un reportaje encabezado por una frase atribuida al padre del monetarismo moderno, el profesor de la Universidad de Chicago Milton Friedman, uno de los diversos economistas entrevistados.

We are all keynesian now. Todos somos ahora keynesianos

Friedmanenvió una carta al director. “La cita es correcta, pero está sacada de contexto. Dije `en un sentido, todos somos ahora keynesianos; en otro, ya nadie es keynesiano. La segunda parte es como mínimo tan importante como la primera”.

Ya es evidente que una de las bajas colaterales del coronavirus, al menos en el corto plazo, es la capacidad de los políticos para seguir vendiendo la política de austeridad y el déficit público cero.

En ese sentido, que diría Friedman, “todos somos ahora keynesianos”, pero en otro sentido, como también él precisó al corregir la transcripción de su declaración, ya nadie lo es.

Porque si las autoridades lo fuesen de verdad habrían promovido un plan conjunto en la zona euro, como mínimo, ante la exponencial expansión del virus.

Los sistemas de salud quedaron bajo soberanía nacional en el Tratado de Maastricht, pero no es menos cierto que el artículo 152 del tratado constitutivo de la Comunidad Europea, versión consolidada de Amsterdam, dice en su artículo 1: “La acción de la Comunidad, que complementará las políticas nacionales, se encaminará a mejorar la salud pública, prevenir las enfermedades humanas y evitar las fuentes de peligro para la salud humana…”.

Ese plan de relanzamiento por ahora inexistente es tanto o más necesario porque la crisis del coronavirus es un crisis sanitaria, económica, social y política.

La crisis sanitaria ha quedado en evidencia au grand jourpor el crecimiento exponencial del contagio, pero es el resultado, al menos para tomar el periodo más reciente, de los recortes sociales generalizados por la política de austeridad en respuesta a la Gran Recesión de 2007-2008.

El coronavirus es el gatillo, por así decir, que aflora el riesgo de una recesión generalizada, pero antes del virus la recuperación de economía europea y mundial respecto de la crisis de 2007-2008 daban muestras de agotamiento. La pregunta no era si iba a venir una recesión sino cuándo tendría lugar, si más pronto o más tarde. Y ello a pesar de las subidas estratosféricas de algunas bolsas, como la de Nueva York, que ignoró durante dos largos meses la propagación del virus desde China, en el mes de diciembre de 2019, a todo el mundo.

Si durante la crisis cuasi mortal del euro en junio-julio de 2012, Italia estuvo a punto de caer, en la actual la economía italiana, que está en el epicentro del contagio del coronavirus, se ha convertido en el eslabón más débil, por su estancamiento previo y su elevado endeudamiento público (135% PIB). El euro, mira por dónde, se encuentra otra vez en una prueba capital.

Y también la famosa frase del 26 de julio de 2012 -whatever it takes, haremos todo lo que sea necesario- de Mario Draghi. Que ya no está y sí que se nota.

Es posible que tampoco la política fiscal sea capaz de rectificar el motor averiado de la economía capitalista actual -la caída en términos relativos de la tasa de beneficio, algo que se podrá apreciar en las cifras de las empresas norteamericanas dentro de pocos días-, pero al menos una política de relanzamiento fiscal coordinada e inmediata ayudará a frenar la tasa de propagación del coronavirus y fortalecerá los sistemas sanitarios nacionales al tiempo que puede amortiguar los efectos de una recesión, evitando una recaída en la más reciente de 2007-2008.

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